miércoles, 14 de marzo de 2007

FRAGILIDAD


Es asombroso como el ser humano se cree indestructible, tenemos la absurda costumbre de pensar que eso no me puede pasar a mi, hasta que nos pasa, claro. Y cuando te pasa ves realmente lo frágiles que somos las personas. Cómo, el no poder utilizar una extremidad temporalmente, te hace depender de los demás, incluso en las cosas más sencillas, como comer o ducharnos. Durante este pequeño periodo de invalidez la indepenedencia es algo que se aleja de nuestra vida. Quizas estos momentos nos sirvan para valorarla en su totalidad y dejar de ser una especie de parásito que vivirá de sus padres hasta que pueda vivir de sus hijos. Muchos de nosotros que aún vivimos en casa de nuestros padres (y parece que por bastante tiempo) no valoramos la independencia porque nunca la hemos tenido completamente, siempre dependemos de nuestros padres, ya sea económicamente, porque nos dan casa gratis o porque no dejan que nos estrellemos tomando nuestras propias decisiones sin pensar en las consecuencias. Siempre somos dependientes, pero no somos conscientes de ello hasta que ya no podemos dar marcha atrás.

La fragilidad es algo que caracteriza al ser humano por naturaleza, aunque se valga de su inteligencia para superarla y por lo que veo lo hemos conseguido, al menos así lo pensamos. Lástima que nuestra inteligencia no pueda evitar ciertos accidentes. Por ello, somos dependientes por propia voluntad, para protegernos de esas cosas que por sí solos no somos capaces de superar. Pero todo debe tener un límite, ¿cómo sabemos que ya no dependemos de los demás por pura supervivencia y sí por pereza? Pues no hayamos la respuesta porque nunca nos hacemos la pregunta, nos hemos acostumbrado a una vida cómoda, sin procupaciones, una vida de dependencia y no sólo económica, quizá cuando empecemos a valorar nuestra independencia sea demasiado tarde para tomar la iniciativa, porque seremos demasiado frágiles para hacerlo, aunque no lo reconozcamos.

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