jueves, 19 de julio de 2012

RECUERDOS QUE NO SON MÍOS

Hay tres cosas que odio tirar: los libros, las cartas manuscritas (las del banco no me importan en absoluto) y las fotografías. Sobre todo estas últimas, así que acumulo fotografías y fotografías que nunca miro, pero guardo como oro en paño. 

A lo largo de mi vida habré acumulado muchísimas fotos, al menos las que consiga imprimir en papel y librarlas de una fatídica avería de ordenador. Supongo que seguiré haciendo fotos con cámara digital durante toda mi vida e iré acumulándolas, se las legaré a mis descendientes, y ellos las guardarán por recuerdo a mí, aunque no conozcan a la mitad de las personas que están retratadas en estas fotos.
Ellos, si mis genes y mis manías han perdurado hasta la próxima generación, tampoco tirarán las fotografías y se las dejarán a sus descendientes. Al final una muchachita morena con 20 años descubrirá las fotografías de su antepasada y se pondrá a verlas y quizás reconozca algún rasgo mío en ella: una sonrisa, un gesto o un lunar y dirá, esta era de mi familia, pero ¿Y los demás? ¿Quiénes serán estas personas que la acompañan?.
¿Porqué hay mil fotos de una sola noche bailando, haciendo el tonto en el campo...? Pensará que la moda era de lo más horrible y que ella nunca se pondría esas ropas, ni esos zapatos, y por supuesto nunca se haría un peinado como el mío. Guardará las fotos porque, como a mí, le dará mucha pena tirar fotografías y las dejará en una caja de zapatos, y finalmente, nunca mirará mis fotografías porque no conocerá a ninguna de las personas que salen en ellas. 

Las imágenes nos sirven para mantener viva nuestra memoria y no olvidarnos del pasado, para recordar qué hacíamos en un determinado momento y con quien estábamos. Cómo éramos hace 10 ó 15 años y cómo eran los demás. Pero si nadie puede recordarte, si nadie conoce el valor de una imagen determinada, si nadie sabe el contexto ni la relación que había entre esas personas, es como si no existieran y mis fotos, que tanto me gusta conservar y mirar de vez en cuando, serán un papel gastado en una caja de zapatos que nadie abre y sentirán lo mismo que yo al ver esta fotografía:




Curiosidad, preguntas y desconocimiento. También pensará que para alguna persona esta fotografía es la viva imagen de un momento especial de su vida y por eso no la tirará.

martes, 17 de julio de 2012

VIVIR EL PRESENTE


Inspirada en el artículo de Almudena Grandes en El País, que os animo a leer aquí , escribo este post. Es una reflexión, aunque quizás sea una obligación dentro de poco porque no nos quedará otra que vivir el presente, pues el futuro ya es un tanto incierto.

Quizás, como dice Almudena Grandes, tengamos que plantearnos un ocio más barato, gratuito diría yo, concentrándonos en vivir y disfrutar las cosas pequeñas que hemos dejado de lado de un tiempo a esta parte, esas cosas sencillas con las que disfrutábamos cuando éramos niños, esa época en las que los veranos estaban llenos de agua, sonrisas y amigos. Disfrutar de las cosas que nos regala la vida: la naturaleza, una conversación alegre o simplemente mirar al cielo y contar estrellas. 

Puede que tengamos que olvidarnos de la seguridad, de los ahorros, de las vacaciones en un país extranjero, pero no podemos olvidarnos de vivir, no podemos esperar eternamente. Se puede vivir con menos, no mejor, por supuesto, ni estoy abogando por conformarnos con todos los recortes, medidas y pérdidas de derechos que se producen todos los días, pero puede que no nos quede otra que aprender a vivir con menos. Menos cosas materiales, menos dinero a final de mes, menos metros cuadrados en nuestras casas, pero podemos seguir viviendo, podemos seguir riendo a carcajadas, luchando, en fin, viviendo el presente. No esperar al próximo fin de semana, ni a ahorrar lo suficiente para hacer lo que nos apetece, tenemos que vivir ahora, porque este es el tiempo que tenemos. 

Como bien dice esa frase latina: "Carpe diem", mientras nos dejen.