viernes, 15 de enero de 2010

CRISIS DE LÓGICA


El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha hecho unas declaraciones un tanto desafortunadas sobre los males de la sociedad española y las graves consecuencias del terromoto que ha asolado Haití. En concreto, ha declarado que "existen males mayores que el que sufre el pueblo de Haití", refiriendose a la pobreza espiritual que impera en la sociedad española. Ya se ha defendido, diciendo que sus palabras se sacaron de contexto y que él estaba dando una respuesta en el plano teológico.
Puede que una frase sacada de una conversación no represente el contenido de la misma, pero no me deja de sorprender que una persona acostumbrada a hablar en público y sabedora de que sus palabras van a ser escuchadas e interpretadas por miles de personas, no prevea las consecuencias de sus expresiones.

Espero que el obispo de San Sebastián no pretendiera remover conciencias con sus palabras y enseñanzas teológicas, porque lo único que ha removido ha sido el estómago a cientos de personas que ven como otras sufren, simplemente por el hecho de haber nacido en otro lugar que no sea el primer mundo. Es muy fácil hablar de males, tragedias, moral y teorías teológicas cuando no se sufre, cuando se vive bien, cuando se está cómodo y feliz en un puesto recién adquirido.
Gran parte de la sociedad está harta de que se anteponga todo lo espiritual y moral a lo terrenal, de que nos intenten convencer de que los sufrientos en vida son un regalo que veremos en la muerte.
Seamos realistas, dejemos de ver los actos de dios en cada acontecimiento extraordinario y el castigo por nuestros actos en cada desastre natural. La vida sigue y seguirá su curso casi independientemente de nuestros actos, pecados o blasfemias.

Claro que existen males mayores que la tragedia de Haití, como el que esta devastación se repita en otra zona del planeta, igual de desatendida, dejada y olvidada que esta isla. Que sólo nos acordemos de los que lo pasan mal cuando ya no hay remedio y que corramos en su ayuda en los momentos de más visibilidad, para que se nos coloque una medalla de salvadores de los desfavorecidos, sin decir, por supuesto, que hemos sido nosotros los que hemos creado o contribuido a que este país se encuentre en la situación en la que estaba.

Imagen tomada de: Agencia Nova

lunes, 4 de enero de 2010

SILENCIO FORZOSO

Nunca imaginé que se pudiera decir tanto con tan pocas palabras. A las pocas horas de entrar en 2010 me quedé afónica, y nada de cantar hasta quedar sordo a los demás, o beber sin parar, sino que en los pubs se fuerza mucho la voz para poder hablar... sea como sea estoy casi sin poder hablar desde el día de año nuevo y estas carencias que nos parecen absurdas, porque son pasajeras, me dejan algunas reflexiones.
Por un lado es increíble comprobar cómo la mayor parte de las cosas que comunicamos diariamente se pueden realizar casi sin palabras, ya sea por la repetición diarias de ciertas frases o por que el receptor esta más que acostumbrado a nuestros gestos y pensamientos de lo que creemos. Por otra parte la incomunicación que provoca la falta de habla es más compleja. Podemos decir cosas sencillas con los gestos, las manos y utilizando alguna palabra suelta, casi inteligible para los que están a nuestro alrededor, al final conseguimos hacernos entender, pero cuando se quiere profundizar más en conversaciones o hablar de algo menos cotidiano, la dificultad es mayor y el poder de comprensión de los demás es nulo. Así que se acaba no participando en las conversaciones, porque no se puede decir nada más que asentir y se pierde el interés en hacer que los demás nos entienda, a veces tanto esfuerzo no merece la pena. Sólo se espera a volver al estado normal y hablar con normalidad lo antes posible.
Sin embargo, estar en una situación así te hace ver ciertos aspectos de la vida desde otra perspectiva, prestar más atención a los gestos, las miradas y saber quien te conoce mejor, porque sabe qué estás pensando con tan solo mirarte a la cara y comprobar que no son sólo las palabras las que pueden decir cosas, y que los gestos nos delatan, nos acompañan y nos ayudan muchas veces, a decir lo que los labios no se atreven.

Imagen tomada de http://voybuscandoenlabasura.blogspot.com