domingo, 11 de enero de 2009

DEPORTISTAS COMPROMETIDOS

Todo el mundo tiene derecho a expresarse, decir lo que piensa y si tiene la oportunidad de llegar a un gran número de personas, debería aprovecharlo. Kanouté, el pasado miércoles, día 7, marcó un gol al Deportivo de La Coruña y lo celebró mostrando una camiseta con la palabra Palestina. Con este gesto, se ha ganado una tarjeta amarilla y 3000 euros de multa. No es una multa muy elevada para un futbolista de élite, ni una sanción severa la tarjeta amarilla, lo que más duele es que no te dejen expresar lo que piensas en tu lugar de trabajo, ya sea mediático o no.


No me refiero a estar a favor o en contra de Palestina, en un conflicto bélico que ya dura demasiados años, ni juzgar a Kanouté por sus creencias o preferencias. Lo que me duele, realmente, es que no se puedan expresar libremente. No es la primera vez que a los deportistas no se les deja expresar sus sentimientos o ideales, por ejemplo, a los deportistas españoles en los pasados JJOO de Pekín no les dejaron lucir en el brazo un brazalete negro por las victimas del accidente de Barajas, este verano. Y puedo poner decenas de ejemplos más.
Sin embargo, está permitido que luzcan en sus camisetas publicidad de cualquier tipo, cualquier empresa... No parece muy lógico que alguien no pueda decir lo que piensa al mundo, sin atenerse a las consecuencias.
El deporte debe unir, debe ser solidario y comprensivo, debe hacer que el ser humano sea consciente de que puede superarse y ser mejor, también se puede aplicar a no cometer los mismos errores una y otra vez y a reconocer públicamente que en el mundo hay gente que sufre mientras que otros se entretienen viendo un partido de liga cómodamente desde el salón de su casa. El gesto de Kanouté es muy loable y su valentía también, porque decir lo que se piensa no es un delito, ya seas deportista, político o fontanero.

martes, 6 de enero de 2009

REFLEXIONES DEL NUEVO AÑO


Es increíble cómo llegamos a acostumbrarnos a cosas normales que no lo son tanto. Es la costumbre de ver las cosas la que hace que, lo que mirado desde otra perspectiva, nos parezcan familiares ciertas situaciones. Esta reflexión comenzó ayer, durante la cabalgata de reyes, esperando a la lluvia de caramelos, casi asesina. En Extremadura, al menos en gran parte de los pueblos de mi región, usamos tractores para mover las carrozas llenas de niños, colores e ilusión. Hasta ese momento ,ver a doce tractores tirando de doce carrozas por las calles principales del pueblo no me parecía una imagen chocante, pero ahora busco esas situaciones extrañas a las que estoy acostumbrada.
Cómo que los adultos releguen a los niños a las últimas filas para ver la cabalgata, o que nos peleemos por unos caramelos que se estropearán en un bote hasta el año que viene. Y estas situaciones no son exclusivas de la Navidad, pero muchas se concentran en estas fechas por nuestras ganas de celebrarlo todo.
Las vacaciones también nos brindan otras situaciones extrañas, como pasarnos medio día tumbados en la arena y la otra mitad bebiendo en el chiringuito o empeñarnos en cambiar nuestro tono de piel a costa de embadurnarnos de aceite...
Miles de situaciones, que repetimos y enseñamos a los hijos, y que no tienen demasiada lógica. Parece que algunos comportamientos humanos no tienen mucha lógica, las paradojas del mundo no dejan de asombrarme y de descubrir que con una nueva mirada, todo se vuelve algo más absurdo.