sábado, 21 de abril de 2007

LA TORTURA DE LA LINEA


Desde hace mucho tiempo la sociedad se ha empeñado en ponerle números a la belleza, y este canon ha ido cambiando con el tiempo, tanto que las mujeres más bellas del siglo XVIII no serían nada atractivas en pleno siglo XXI. Vamos que las mujeres de toda condición alguna vez han estado fuera de esos cánones de belleza y hasta ahora las soluciones a estos complejos han sido: cambia. Cambia para ser como los demás quieren que seas, intenta entrar en una talla 38, si no vete despidiendo de verte guapa. La última moda impuesta por algún medio de comunicación es pasar por el quirófano y hacerte de golpe unas nueve operaciones estéticas que van desde ponerte pecho hasta arreglarte la dentadura, esto como mínimo.
Afortunadamente hay algunas personas que piensasn que la cirugía y el cambio radical no son la perfecta solución a todos sus problemas y quieren demostrar que sólo cambiando nuestra forma de vestir o de vernos podemos ser felices con lo que somos sin necesidad mantener una dieta eterna. Ayer se estreno "Desnudas" un programa en el que sólo hace falta enfrentarse a los miedos de frente. Sabiendo lo que somos y lo que tenemos e intentando disimular nuestros pequeños defectos físicos. Pero este no es la gran novedad del programa, la gran novedad es que por primera vez te enseñan a ser feliz como eres, aceptándote, conociendo tus curvas y michelines pero sin intentar quitarlos con un golpe de bisturí.
Y se notan los cambios, al comparar inevitablemente los dos programas, se ve cómo en uno sólo se resaltan los complejos de las personas y la solución plastica para ellos y el otro se dedica a la emoción, a los sentimientos, a intentar subir la autoestima. En resumen uno es espectáculo y el otro sentimiento.
Porque la belleza no está detrás de un bísturí, ni de una camilla de hospital, si no en vivir una vida plena y feliz aceptándonos tal y como somos, siendo felices con lo que somos y no con lo que podríamos ser.

lunes, 16 de abril de 2007

¿SOLUCIONES?


Estas ultimas semanas parecen ser las de un pesimismo al que nos vamos a costumbrando poco a poco. Los informes sobre el cambio climático, las estafas de las ONGs y los fallos de algunas de las energía renovables hacen que veamos un futuro muy negro y, según parece sin soluciones, o al menos las que se habían planteado hasta ahora no dan los resultados que se esperaba de ellas. Claro que aún sabiendo los daños que podemos ocasionar a la capa de ozono, los ecosistemas y a nosotros mismos no acabamos de tomar las riendas al problema e intentar solucionarlo de una vez por todas. Los autores del informes pensarán que quizá a fuerza de repetirnos las consecuencias acabemos por creernoslas y dejar de pensar que esos son problemas de otros. Con un pequeño gesto diario podríamos hacer mucho, aunque seguro que la mayoría estarán más preocupados por saber cuanto sube la bolsa o lo que tardarán en pagar al hipoteca. quizá deban pensar que de seguir así no habrá dinero que pague la capa de ozono ni lugar seguro para vivir.


Unido a este futuro medioambiental sumido en el caos y los riesgos están las estafas de las ONGs, esas organizaciones que parecían ser el reflejo de la buena voluntad del ser humano, esas que hacían posible que con un poco de dinero un niño pudiera crecer sin tener que dejarse la vida en las minas, las calles o el robo. Este incidente me hace creer que el ser humano es bueno mientras no gestiones el dinero de otro, mientras que no sienta el poder del dinero y las tentaciones de desviar fondos para lucro personal, mientras pase de luchar por unos niños indefensos a gestionar las operaciones en una oficina de un edificio de la capital. Cuando las personas nos alejamos de la causa de nuestra lucha todo se deforma y confundimos la libertad con la tiranía y las obras sociales por el lucro personal.

El pesimismo no es algo a lo que me suelo agarrar así que pese a todas estas malas noticias y todas las que vendrán después seguiré pensando que las buenas obras son hechas desde el corazón, sin esperar el reconocimiento de nadie y sin quereer ser los autores de las soluciones del mundo, simplemente sabiendo que cada día alguien piensa en hacer un poco menos infelices a los demás seguiré creyendo en la buena voluntad.